Ximena tiene tan solo 2 años, pero le sonríe a todo quien conoce. Ella ocupa un lugar enorme en el corazón de Nora, su madre. “Es mi reina, es lo mejor”, dice Nora. “Ella es un angelito”.
Poco después de que Ximena naciera, sus padres notaron que uno de sus ojos estaba cambiando de color a un gris opaco. Los médicos pensaron que era debido a un problema de alinemamiento del ojo, y por ello el plan era operarla dentro de unos meses. Pero cuando Ximena tuvo una convulsión durante un viaje con su familia, su familia la llevó a la sala de urgencias. Esa vez, los médicos les dieron la devastadora noticia que la niña tenía retinoblastoma, un cáncer del ojo, y refirieron a la familia inmediatamente a St. Jude.

Por ser de México, el principal temor de Nora al principio era que no hablaba inglés y que por ello su experiencia sería aún más difícil, pero al ver que siempre había intérpretes, se sintió más tranquila. Además, había otro toque de lo familiar -- la estatua de San Judas en la entrada era igual a una que el padrino de Ximena le había regalado en su bautizo. “Le dijo que San Juditas iba a guiar su camino”, dijo Nora. “Cuando nosotros llegamos aquí, recordé esas palabras y en realidad así fue”.
En St. Jude, el tratamiento de Ximena ha incluido quimioterapia, radioterapia y varias cirugías, incluyendo una donde su ojo tuvo que ser extirpado a causa del crecimiento del tumor. La familia de Ximena está agradecida por todo el cuidado que han recibido, y saben que ellos jamás recibirán una factura de St. Jude por su tratamiento, transporte, hospedaje o alimentación. Gracias al tratamiento de primera clase que ha recibido Ximena, su cáncer está en remisión. La familia ha vuelto a su casa en México, y vuelve periódicamente para los chequeos médicos de Ximena.
“Yo quiero tener a mi hija siempre”, dice Nora. “Quiero verla crecer, correr, llevarla a la escuela, ver qué bella es su quinceañera. Como cualquier otro niño más”.