Encontrando propósito a través del duelo
Perder a su hijo cambió su vida para siempre. Hoy transforma ese dolor en esperanza para miles de niños apoyando la misión de St. Jude.

6 de agosto de 2025 • 1 mínimo
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Soy un inmigrante que nació en Sudamérica. Específicamente en La Paz, Bolivia. Hoy vivo en Denver, Colorado, donde soy gerente propietario de estaciones de radio en español.
A través de mi trabajo, he tenido la bendición de conectar con mi comunidad y de amplificar causas que realmente importan. Una de esas causas, quizás la más cercana a mi corazón, es St. Jude Children’s Research Hospital®.
Mi conexión con la misión de St. Jude comenzó en un momento profundamente doloroso de mi vida. En 1990, perdí a mi hijo Robby a causa del cáncer. Esa experiencia me marcó para siempre.
Robby tenía solo 10 años y era un niño lleno de vida al que siempre se le veía sonreír. Solíamos pasar mucho tiempo juntos, porque le gustaba acompañarme incluso en el trabajo.
En un aeropuerto, Robby se encontró una vez con la Madre Teresa de Calcuta. Cuando ella le dijo que oraría por él, Robby le pidió que, en su lugar, rezara por los niños del hospital local de Colorado donde recibió tratamiento, y a quienes solía regalar los obsequios que le daban. A tan corta edad, también tuvo la oportunidad de asistir al máximo evento del fútbol americano y a una toma de posesión presidencial.
Se convirtió en una inspiración para mi familia y mi comunidad, y pienso en él todos los días.
De esa experiencia aprendí que la mejor lección es tener fe. Y decidí que no podía quedarme de brazos cruzados. Mi motivación para involucrarme con St. Jude nació del deseo de ayudar a otros niños, apoyando su recuperación, contribuyendo a la búsqueda de curas y asegurándome de que otras familias tuvieran la oportunidad que nosotros no tuvimos.
A partir de ese momento, he tenido el privilegio de recaudar miles de dólares cada año, más de $60,000 anualmente, para apoyar esta causa. También he visitado el hospital, y ver con mis propios ojos el impacto que tiene en la vida de los niños enfermos ha sido una experiencia transformadora.
Lo que me inspira a seguir apoyando a St. Jude es simple: la causa nunca muere. El desafío sigue vivo, y cada vez más niños necesitan nuestra ayuda. No podemos bajar los brazos. Cada dólar recaudado, cada mensaje compartido, cada evento organizado, es un paso más hacia un futuro en el que ningún niño muera de cáncer.
Sé que mi apoyo ha ayudado a facilitar la labor del hospital y a respaldar la enorme contribución de los doctores buscando curas para el cáncer de niños. Lo que más me llena de esperanza es saber que todos los estudios y descubrimientos que St. Jude realiza son compartidos con hospitales alrededor del mundo. Eso significa que el impacto de cada donación trasciende fronteras.
Ser parte de la familia de St. Jude tiene un significado aún más profundo. Es un compromiso que me llena de orgullo. Como hispano, como padre, como miembro de esta comunidad, me honra poder contribuir a una causa tan noble, que busca promover un alivio para aquellos niños que luchan por su vida en el amanecer de su existencia.
Mi sueño es que el trabajo de St. Jude continúe, que nunca falten los recursos ni la voluntad para seguir luchando.
