Mujeres Extraordinarias: Emily Hoskins

Tras ganar dos medallas de oro, una sobreviviente de cáncer de St. Jude se convierte en inspiración para niños apasionados por los deportes paralímpicos

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Emily Hoskins

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El 15 de septiembre de 2008, Emily Hoskins, entró al vestuario del Estadio Cubierto Nacional de Pekín, China, y comenzó a gritar de emoción. 

Después de tantos años de lucha y esfuerzo, había ganado su oportunidad de jugar: primero en los Juegos Paralímpicos de 2004 en Atenas y ahora en los Juegos Paralímpicos de 2008 en Pekín. Pertenecía al equipo de Estados Unidos y junto a sus compañeros acababa de vencer a Alemania para ganar la medalla de oro, y se sentía eufórica.  

Emily Hoskins

Era una de las mejores jugadoras de baloncesto en silla de ruedas del mundo y veía su sueño hacerse realidad.

“Fue el momento más emocionante de mi vida y sentía toda la energía mientras gritaba”, dijo. Emily nació con parálisis de la cintura hacia abajo. Su columna vertebral estaba seccionada por varios tumores de neuroblastoma. A los 3 días de nacida, viajó con su padre desde Illinois hasta Tennessee, tras ser referida a St. Jude Children’s Research Hospital.  

En St. Jude, Emily se sometió a cirugía y recibió quimioterapia. A los 7 años, estaba libre de cáncer, pero continuó visitando St. Jude para revisiones médicas hasta cumplir la mayoría de edad.

Emily nunca caminó sin asistencia, por lo que no fue algo que tuviera que superar. Sus padres la trataron igual que a sus dos hermanos y la animaron a practicar diferentes actividades. Así, a los 14 años descubrió el baloncesto en silla de ruedas y se enamoró de este deporte. Aunque al principio recuerda haberse caído literalmente, fue desarrollando disciplina y una ética deportiva que la motivaba a mejorar día tras día. 

Emily Hoskins

Hoy, además de ser terapeuta infantil, Emily entrena a niños en baloncesto en silla de ruedas para el equipo Music City Thunder, en las afueras de Nashville, Tennessee.

“He sido esa jugadora que se sienta en el banquillo durante todo el partido y no juega”, dijo Emily. “También he sido esa deportista que juega 40 minutos en cada partido de un torneo. Y es algo que les digo a mis niños con frecuencia”. 

También anima a sus jugadores a probar tantos deportes adaptados como les sea posible, en caso de que algo despierte su interés. Y pone el ejemplo de Zion Redington, un joven de 17 años que no creía que los deportes fueran para él hasta que Emily le mostró de lo que era capaz. Zion comenzó a jugar al baloncesto en silla de ruedas, pero luego encontró su verdadera pasión en el rugby. Aunque este cambio significó que Emily ya no fuera su entrenadora, el joven deportista insiste que ella siempre lo seguirá siendo en otras áreas de su vida que realmente importan.

“Aunque ella ama el baloncesto en silla de ruedas, más allá de eso, ama a las personas”, dijo Zion. “Quiere que irradien vida, que sean independientes. Podemos hacer todas estas cosas diferentes que la gente nunca pensaría que una persona con discapacidad podría hacer. Realmente es eso lo que quiere para todos sus atletas”.  

Este verano, Zion viajará a París, donde él y sus compañeros representarán a Estados Unidos mientras juegan rugby en los Juegos Paralímpicos de 2024. Cuando Zion y su familia se enteraron de que había sido seleccionado para el equipo nacional, la primera persona a la que llamaron fue a Emily. Después de todo, dijo Zion: “Ella me permitió abrirme a la vida”.

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