Mi voz al servicio de la esperanza

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Conocía a St. Jude Children’s Research Hospital® “de nombre”, gracias a algunas organizaciones en la República Dominicana, mi país natal.

Esas organizaciones recibían apoyo a través del programa St. Jude Global, una iniciativa creada para mejorar los índices de supervivencia de los niños con cáncer y otras enfermedades que ponen en peligro sus vidas en todo el mundo. 

Ya viviendo en Estados Unidos, una amiga en Seattle me comentó que necesitaban una presentadora para una caminata en la que iba a participar. Ella conocía mi trabajo como actriz de voz y productora del pódcast de relatos reales “Gente, Historias y Emociones”. Así fue como, gracias a esa amiga, conocí al comité organizador del evento St. Jude Walk y, con gran entusiasmo, me uní como maestra de ceremonias para animar desde el escenario y colaborar con la causa.

Me conmovió profundamente saber que cada paso dado por los participantes ayudaba a las familias de niños con cáncer y otras enfermedades graves. Escuchar en el evento las historias de sobrevivientes y sus seres queridos, y cómo St. Jude hizo más llevadero su tratamiento, fue verdaderamente inspirador. 

Además, me llenó el corazón ver a tantas personas donando sus pasos —niños y familias completas, incluida la mía— caminando con alegría y contribuyendo a un bien mayor.

Como madre, mi mayor motivación para involucrarme aún más con la misión de St. Jude son los niños. Me toca una fibra muy sensible saber que hay familias enfrentando una situación tan difícil cuando uno de sus hijos se enferma gravemente. Uno daría lo que fuera por quitarles el dolor. Por eso, si puedo aportar algo para aliviar esa carga —ya sea con mi voz en una actividad o como embajadora de la misión en redes sociales— ahí estaré: informando y animando a mi comunidad a sumarse. 

Una de las experiencias más significativas fue acudir a un seminario en el campus de St. Jude en 2024, conocer las instalaciones, su personal, su historia y sellar mi compromiso como parte de una comunidad tan sensible al dolor ajeno. Fue una vivencia memorable en todo sentido.

¡Durante ese viaje, mi comunidad en Instagram también hizo la diferencia! Juntos recaudamos fondos suficientes para cubrir varios días de alimentación para una familia. 

Para mí, St. Jude representa acompañamiento, investigación y mucho amor en uno de los momentos más duros en la vida de una familia.

Espero seguir colaborando muchos años más con St. Jude y, sobre todo, seguir corriendo la voz sobre la increíble labor que realizan. Así, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, más niños podrán tener esperanza de vida y sus familias podrán sentirse acompañadas en el proceso.