Abuela de Nueva York disfruta de una vida plena tras cinco décadas de haber vencido el cáncer en St. Jude

Robin tenía poco más de 20 años cuando recibió tratamiento para un linfoma de Hodgkin.

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Robin Segal, tratada en St. Jude hace más de 50 años por linfoma de Hodgkin, con sus nietas.

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En años recientes, Robin celebra su cumpleaños con una nueva tradición. A la hora de soplar las velas de su pastel, se hace acompañar de sus dos nietas pequeñas, Mila y Stelly. Dicha tradición toma lugar durante el fin de semana de Acción de Gracias, ya que las tres nacieron en diciembre.  

Es durante las reuniones familiares, las largas conversaciones de sobremesa con sus hijas o los paseos por la playa en verano que Robin suele hacer una pausa y dar gracias por sus más de 70 años de vida.

 Hubo momentos en los que no sabía con certeza si se convertiría en madre o abuela. Cuando tenía poco más de 20 años le diagnosticaron cáncer y se sometió a un tratamiento de radiación en St. Jude Children's Research Hospital. El hospital de Memphis solo llevaba 10 años de haber abierto sus puertas en aquel entonces.

“El hospital me dio un gran regalo”, dijo Robin. Hoy “puedo vivir mi vida, tengo una familia hermosa y no podría pedir más. A menudo pienso: '¡Mira qué suerte tengo!'”. 

Desde su época como paciente de cáncer, Robin ha vivido una vida llena de momentos memorables.  

Desarrolló una carrera, se enamoró y formó una familia. Luego eligió ser ama de casa mientras sus dos hijas crecían en la ciudad de Nueva York. 

Más tarde se divorció, se reintegró a la fuerza laboral y ahora tiene una vida activa. Trabaja en la oficina de un odontólogo y frecuentemente se ejercita en el gimnasio. Cuando visita a sus nietas en Maryland, disfruta leer y jugar con ellas. 

“Realmente, me gusta dejarme llevar por su imaginación, y lo que se les ocurre es fascinante”, dijo. “Su presencia (en mi vida) es muy importante y no me canso de pasar tiempo con ellas”.

 Su hija mayor, Pamela, describió a su madre como alguien fuerte y una persona que no ha olvidado sus raíces del sur de estados unidos.  Su madre tampoco ha olvidado su paso por St. Jude y lo que representa el hospital en la vida de toda su familia. 

“Es un lugar donde suceden los milagros”, expresó Pamela, quien recuerda ser una estudiante de escuela primaria cuando recaudó fondos por primera vez para el hospital en un maratón de lectura. “Esencialmente, nos ha permitido estar vivas, nacer, y esa es la parte más asombrosa.’’ 

Una gran mudanza interrumpida por el cáncer 

Robin tenía 21 años cuando viajó sola a la ciudad de Nueva York, a miles de millas de su estado natal de Mississippi. Era una joven con muchas posibilidades. Al principio, no conocía a nadie en la ciudad, pero su padre había crecido allí y para ella era un sueño hecho realidad. 

Robin Segal, su hija, Victoria y sus nietas se preparan para su comida de Acción de Gracias.

Robin Segal, su hija, Victoria y sus nietas se preparan para su comida de Acción de Gracias.

Un año después de su gran mudanza, mientras hablaba por teléfono, Robin colocó su mano en el lado izquierdo de su clavícula y sintió una masa. El hallazgo la hizo visitar al hospital. Los primeros dos médicos con los que interactuó dijeron que el tamaño de la masa era como un guisante y que no había nada de qué preocuparse, ya que probablemente desaparecería. 

Cuando visitó Mississippi unos meses después, sus padres la llevaron al médico de la familia, quien dijo que la masa, ahora del tamaño de una nuez, no parecía ser benigna y programó su extracción. Los resultados de la biopsia mostraron que Robin tenía linfoma de Hodgkin, un cáncer que comienza en el sistema linfático y hace que los ganglios afectados se agranden. 

"¿Voy a morir, como voy a ser capaz de vivir con esto?", recordó Robin de esos momentos de incertidumbre.

Después de una segunda opinión médica, llegaron a St. Jude, en donde se estudiaba a fondo el síndrome de Hodgkin. 

“Estaban dispuestos a aceptarme”, Robin dijo.  

Su padre fue a la oficina de facturación el primer día para pagar las pruebas de su hija, pero se encontró con la sorpresa de que las familias nunca reciben una factura de St. Jude por tratamiento, así como del transporte y hospedaje.   

Los médicos de St. Jude encontraron que el cáncer de Robin estaba localizado en la parte superior del torso y Robin recordó que los medicos recomendaron 30 rondas de radiación. 

Durante varias semanas, Robin recordó,  que ella y su madre viajaron a Memphis semanalmente para recibir el tratamiento y se hospedaron en un hotel pagado por el hospital.  

Robin recuerda un sentido de comunidad entre los pacientes y sus familias. 

“Siempre fue un lugar amable y cálido”, dijo Robin. 

Después de completar el tratamiento, los médicos le dijeron que había mejorado y que tendría que regresar para hacerse chequeos anuales.  

Viviendo una vida plena 

De vuelta a Nueva York, Robin, se hizo voluntaria con el fin de ayudar a recaudar fondos para St. Jude. Fue así como conoció a Danny Thomas, el fundador de St. Jude, durante un evento benéfico. Durante esa época su padre también se mantenía organizando eventos en Mississippi a beneficio del hospital. 

En la actualidad, St. Jude continúa dándole seguimiento a su caso con fines de investigación para mejorar los tratamientos desarrollados en el hospital. Se trata de un estudio que lleva a los sobrevivientes de cáncer de regreso a St. Jude para realizarle exámenes de salud a lo largo de sus vidas. 

“No solo es una herramienta de aprendizaje para ellos, sino también una herramienta de aprendizaje para mí, para aprender cosas que me suceden que de otro modo no sabría”, dijo Robin. 

Poco después del comienzo de la pandemia de COVID-19, esta abuela se acercó a los médicos del hospital porque estaba preocupada por la exposición al virus y lo que podría significar para ella. Le explicaron lo que debería hacer para mantenerse a salvo y dijo que estaba agradecida por sus consejos. 

Robin Segal celebra el Día de Acción de Gracias con sus hijas y nietas

Robin Segal celebra el Día de Acción de Gracias con sus hijas y nietas

“Están a solo una llamada de distancia”, dijo Robin. 

Su hija menor, Victoria, destaca cómo St. Jude sigue siendo parte de la vida de su madre. La ha visto dialogar con sus médicos por teléfono durante muchos años.  

Robin y su familia están asombrados por el trabajo y los avances logrados en St. Jude para ayudar a los niños con cáncer.  

“Tuve mucha suerte al recibir una segunda oportunidad en la vida”, dijo Robin. “Ver el crecimiento del hospital desde mi primer encuentro con él y en lo que se ha convertido hoy y todo el trabajo que hacen es bastante asombroso”. 

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