Un nuevo amanecer: la celebración de quince años de Aylin, paciente de St. Jude
En medio de su tratamiento contra el cáncer, la joven vivió un día especial rodeada de afecto, esperanza y alegría.
7 de noviembre de 2025 • 1 mínimo
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Aylin estaba nerviosa la noche antes de su fiesta de quince años.
La adolescente se preguntaba si todo saldría bien en su gran día: ¿Se le caería la comida en su vestido? ¿Y si los nervios le provocaban náuseas? ¿Saldrían bien los bailes con su papá, con su abuelo y sus tíos? También había algo más que le preocupaba: ¿Se le resbalaría la peluca? Al principio no había querido usarla. Después de todo, siente que su cabeza sin cabello dice mucho sobre ella: es una señal visible de todo lo que ha vivido y del tratamiento contra el cáncer.
Aylin es una chica dulce y con mucha personalidad. También es amable y empática, algo que su madre, Nallely, dice que demostró desde pequeña. A los 5 años, Aylin decidió donar su cabello largo para que se hicieran pelucas para niños con cáncer. Le creció tan rápido que, dos años después, hizo una segunda donación. Lo último que Nallely imaginó fue que, años más tarde, Aylin enfrentaría el cáncer y también usaría una peluca.
Tenía 12 años cuando comenzó a vomitar y a sentir dolor en el costado, generalmente después de comer. Su madre la llevó al pediatra, pero sus síntomas no solo persistieron, sino que empeoraron. En septiembre de 2022, Aylin terminó en una sala de emergencias cerca de su casa en Tennessee, donde una tomografía reveló una masa en su hígado.
“Estaba sentada, pero sentí como si el suelo bajo mis pies desapareciera, y me quedé flotando en un mar de emociones, sobre todo de conmoción. Simplemente no podía creerlo”, recordó Nallely.
Aylin fue referida a St. Jude Children's Research Hospital® en Memphis, donde una biopsia confirmó un tipo de cáncer de hígado llamado carcinoma fibrolamelar (FLC). Nallely dijo que conocer el diagnóstico la asustó, pero en St. Jude vio a los pacientes corriendo, sonriendo y felices, y eso le trajo paz.
“Tenía esa sensación de que ‘no estoy sola’. Estas personas están aquí y son mi ejército, y van a hacer todo lo posible por salvar a mi hija”, recordó haber pensado.
Los médicos le aseguraron que harían todo lo que estuviera en sus manos para salvar la vida de su hija.
“Eso se me quedó grabado, y significó mucho para mí”, dijo. “Significó muchísimo”.
Una celebración conmovedora
La celebración de los quince años de Aylin se había organizado rápidamente, gracias al amor y la generosidad de sus familiares, amigos y dueños de negocios en la comunidad. Apenas unos meses antes, Nallely y su esposo, Paul, soñaban con celebrar la fecha de un modo distinto. Pero esos sueños habían quedado en suspenso indefinidamente.
Aylin había completado el tratamiento contra el cáncer de hígado, su diagnóstico inicial. Este incluyó quimioterapia en el otoño de 2022. Después, Aylin fue a otro centro médico para recibir un trasplante de hígado en el verano de 2023. A partir de entonces, regresó a St. Jude para realizarse chequeos regulares por más de un año. Pero en diciembre de 2024, días después de que Aylin participara en el St. Jude Memphis Marathon® Weekend, volvía a enfrentarse al cáncer nuevamente. La enfermedad había aparecido esta vez en la unión entre el estómago y el esófago, un punto llamado unión gastroesofágica.
Nallely no podía pensar en ninguna celebración. Solo quería que su hija estuviera bien y no tuviera que someterse a más tratamiento. Hubo conversaciones muy difíciles con los médicos a principios de año. En un momento, hablaron de una posible cirugía para extirpar partes del estómago, el esófago, el páncreas y el intestino.
Después de una de tantas citas médicas, Nallely escribió un mensaje en un chat familiar pidiendo el apoyo de sus seres queridos en su casa. Entre tíos, primos y otros familiares, se reunieron más de diez personas en el hogar de Nallely. En la calidez de su sala, Nallely les compartió lo que los médicos estaban considerando. Le ofrecieron aliento, abrazos y oración. Estar juntos era lo que más importaba en ese momento.
Antes de la cirugía, los médicos decidieron iniciar nuevas rondas de quimioterapia. Los meses siguientes fueron agotadores. Pero en junio, los exámenes médicos mostraron que el tratamiento estaba funcionando. La noticia corrió rápidamente por llamadas y mensajes de texto entre los familiares. Apenas unas semanas antes de su cumpleaños, se retomaron las conversaciones sobre la celebración de Aylin.
El vestido tenía que reflejar el mar. Aylin, quien ama los tiburones y los animales marinos, sueña con ser bióloga marina, así que la familia puso manos a la obra para dar con el vestido perfecto para la ocasión. En la primera tienda no había nada azul a la vista. Pero luego buscaron entre las prendas recién llegadas y apareció uno en particular con una tela que mezclaba tonos de verde con azul. Aylin decidió probárselo. Le quedó tan bien que parecía hecho a medida.
El lugar de la fiesta también era perfecto: un viñedo con vistas panorámicas. Cuando el dueño del lugar se enteró de la historia de Aylin, ofreció el espacio de forma gratuita. Miembros de la familia de Aylin que tienen un negocio de camiones de comida se encargaron del menú, incluyendo platillos mexicanos tradicionales como flautas, birria, arroz y frijoles. Todos colaboraron. Para Aylin, ver a su familia unida fue el mayor regalo.
Un día para celebrar la vida
Ese sábado a finales de agosto, Aylin se despertó temprano en su casa y se llenó de emoción. Le maquillaron el rostro, se colocó su peluca, y se puso el vestido con la corona. El vestido estaba adornado con pequeños prendedores en forma de tiburón. Antes de ir a la iglesia, la familia dedicó unos momentos para posar ante el fotógrafo.
La misa, celebrada en honor a la cumpleañera, estuvo amenizada por mariachis. Aparte de familiares y amigos, llegaron a la fiesta otras familias de St. Jude, así como maestros de St. Jude Imagine Academy by Chili’s, el programa que ofrece educación a los pacientes del hospital de investigación mientras reciben tratamiento.
“Todos los que fueron invitados a su fiesta han estado ahí para Aylin; siempre han estado pendientes de ella, preguntando cómo está, apoyándola de una forma u otra, y estoy muy agradecida con cada persona que estuvo presente”, dijo Nallely.
Cuando el sacerdote invitó a Aylin a leer una oración, su voz se quebró mientras decía: “Padre celestial, te doy gracias por el regalo de la vida”. Las lágrimas llenaron sus ojos, al igual que los de algunos invitados que conocían el camino que la había llevado hasta esta celebración.
Después de la misa, comenzó la fiesta. Las mesas vestidas de blanco con servilletas color turquesa hacían juego con el vestido de Aylin. Siguiendo la tradición mexicana de estos festejos, Aylin dejó atrás sus tenis y se puso tacones, marcando su paso a la adultez. Como despedida de la niñez, recibió un oso de peluche.
Luego vinieron los bailes. Su papá, Paul, que no suele bailar, había ensayado solo para ella. La abrazó y se movieron suavemente al ritmo de “Vals de Amor” de Joan Sebastian.
De manera inesperada, el DJ anunció el baile de madre e hija. Nallely caminó hacia Aylin entre los aplausos, la abrazó con fuerza y bailaron juntas al ritmo de “No crezca más”. Mientras se susurraban palabras al oído, varios invitados se enjugaban las lágrimas.
“Cuando la abracé, me dijo: ‘Lo logré, llegué a mis 15’”, recordó Nallely. “Fue muy emotivo. Me puse a llorar y le dije: ‘Disfrútalo, no pensemos en lo malo ni en el tratamiento. Este es tu día’”.
Semanas después del festejo, Aylin recordaba su cumpleaños con gratitud. Le conmovió ver a tantos seres queridos, incluidos amigos que también son pacientes de St. Jude, que viajaron para acompañarla. “Cuando los vi llegar, significó mucho para mí”, dijo.
Los bailes con su papá, mamá, abuelo y tíos quedaron grabados en su memoria, especialmente el abrazo y las palabras de su mamá.
El camino de Aylin continúa. Recibió 7 semanas de radioterapia en el verano de 2025 para controlar el crecimiento del cáncer. Aylin sigue en tratamiento con quimioterapia oral de mantenimiento. Mientras, cada momento de su fiesta de quince años permanece vivo en su memoria. Ese día celebraron su fuerza, el amor que los rodea y, sobre todo, su vida.