Un viaje de 4,000 kilómetros para salvar una vida
Valentina y su mamá llegaron a St. Jude en busca de tratamientos contra el cáncer que les devolvieran la esperanza.

24 de septiembre de 2025 • 1 mínimo
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Paola nunca imaginó que el diagnóstico de cáncer de su hija menor, Valentina, la llevaría a abandonar temporalmente su país, su esposo y su hija mayor.
En octubre de 2024, después de recibir un referido a St. Jude Children's Research Hospital®, Paola y Valentina llegaron a Estados Unidos. Esperaban encontrar el tratamiento que pudiera salvar la vida de la pequeña.
“Yo vine llorando todo el camino”, recordó Paola.
Valentina había estado bien apenas unos meses antes: llena de energía, curiosa y descubriendo su entorno en la ciudad de Quito, ubicada en la cordillera de los Andes. Pero a finales de junio de 2024, todo empezó a cambiar. Fue entonces cuando su abuela materna notó un pequeño abultamiento en el abdomen de la niña. Preocupada, llamó a Paola al trabajo.
Valentina fue admitida en un hospital cerca de su casa. Era fin de semana, por lo que algunos exámenes médicos tuvieron que esperar hasta el lunes.
A medida que esperaban los resultados de las pruebas, la familia de Valentina se angustiaba cada vez más. El 3 de julio de 2024, un oncólogo le informó a Paola que Valentina tenía un tumor de Wilms, eltenía un tumor de Wilms, el tipo de cáncer de riñón más común en niños. Pero no era un tumor cualquiera. Valentina formaba parte del reducido grupo, entre el 5 y el 10% de los casos pediátricos, en los que el tumor afecta ambos riñones, una condición conocida como tumor de Wilms bilateral.
Valentina comenzó la quimioterapia a los pocos días de su diagnóstico y continuó con el tratamiento desde julio hasta septiembre. Al principio, parecía responder bien. Pero, después de dos meses, los médicos descubrieron que los tumores no se habían reducido. Le programaron una cirugía para extirpar su riñón izquierdo, que contenía el tumor más grande. La operación se realizó en septiembre y duró seis horas.
Mientras la familia esperaba los próximos pasos, Valentina fue referida a St. Jude, a más de 4,000 kilómetros de casa, debido a la amplia experiencia que St. Jude tiene en el tratamiento de niños con tumores de Wilms bilaterales poco frecuentes. De hecho, alrededor del 15% de los niños con tumores de Wilms bilaterales en Estados Unidos reciben cirugía en St. Jude.
Días después de llegar a St. Jude, Valentina fue operada para extirpar solo el tumor y preservar la mayor cantidad posible de tejido sano en su riñón derecho. Este procedimiento ayuda a mantener altas tasas de supervivencia en los niños mientras reduce la probabilidad de padecer insuficiencia renal y necesitar diálisis.
La cirugía de Valentina fue seguida por el tratamiento en un ensayo clínico que utiliza radioterapia con haz de protones para tratar el tumor de Wilms, y continuó el tratamiento con quimioterapia. Su respuesta a la quimioterapia ha sido monitoreada cuidadosamente ya que su cuerpo está procesando los medicamentos con un riñón lesionado.
Las inquietudes de Paola —entre ellas, cómo pagaría el tratamiento— comenzaron a disiparse poco después de llegar a St. Jude. Le explicaron que las familias nunca reciben una factura de St. Jude por tratamiento, transporte, hospedaje ni alimentación.
"Esto fue un sueño", dijo Paola. "St. Jude es una bendición para nosotros y nos da esperanza".
Paola describe a Valentina como una niña dulce e imaginativa que logró unir a su familia al nacer. Valentina extraña a su papá y a su hermana, Wendy, así como el calor de su hogar, donde suele disfrutar las papas amarillas que cultiva su familia y los sabores de la comida típica ecuatoriana que su abuelita le cocina con mucho amor. Lejos de casa, Paola se esfuerza en prepararle esos platillos a su hija para despertar su apetito.
Valentina y Paola han hecho nuevos amigos en Memphis, muchos de los cuales las han acompañado en algunos de los momentos más difíciles. Pasaron la Navidad y el Año Nuevo en St. Jude, una experiencia muy distinta a las grandes reuniones familiares que solían tener en casa.
Ambas esperaban con ilusión la llegada de la medianoche del 31 de diciembre, curiosas de ver cómo se celebraba esa noche especial en otro país. Pero al mirar por la ventana, todo estaba oscuro y en silencio. Fue un contraste marcado con las celebraciones en Ecuador, donde los fuegos artificiales, el baile y la quema de muñecos que representan el “año viejo” llenan las calles de vida y color.
"Valentina dijo que se iba a dormir porque era aburrido", dijo Paola entre risas.
Sin embargo, otras experiencias propias del invierno han sido emocionantes, como ver la nieve por primera vez.
Paola dijo que siempre estará agradecida con St. Jude y lo bien que han cuidado de su hija.
“Siento mucha paz, porque Valentina tiene muchas posibilidades de crecer”, dijo. “Los doctores nos tranquilizan, y el lugar está diseñado para cuidar del bienestar tanto de los niños como de los cuidadores”.
