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Marina, paciente de St. Jude, sonriendo.
 

Marina expresa su alegría por la vida y su familia.

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A los 2 años, Marina tiene una alegría que es contagiosa. Ella es, según su madre, como una artista o actriz carismática.

“Ella siempre está cantando y bailando con sus hermanos. Siempre está riéndose”.

 
Marina, paciente de St. Jude, en el parque.
 

No mucho antes de que se descubriera que la pequeña Marina tenía cáncer de ojos, su padre perdió la pierna en un accidente. De repente, la familia se las arreglaba con un solo ingreso.

Una referencia al St. Jude Children's Research Hospital marcó la diferencia para Marina y su familia.

 
Marina, paciente de St. Jude, en un vagón en St. Jude.
 

"No hay manera de que hubiera podido pagar el tratamiento de otra manera", dijo su mamá, Janine.

 
 

Las familias, como la de Marina, nunca recibirán una factura de St. Jude por tratamiento, transporte, hospedaje ni alimentación.

 
 
Marina, paciente de St. Jude, con su mamá.
 

Aún así, el retinoblastoma fue un diagnóstico aterrador. "Tenía mucho miedo", dijo su mamá. "Temía por la vida de mi hija y temía que sufriera algún tipo de dolor".

 
Marina, paciente de St. Jude, con sus dos hermanas.

Marina con sus dos hermanas mayores

 

Pero a pesar de recibir quimioterapia sistémica e inyecciones de quimioterapia directamente en su ojo derecho, su madre dijo que Marina seguía siendo alegre, cariñosa y juguetona con todos, incluyendo con su equipo de cuidado de St. Jude.

 
Marina, paciente de St. Jude, en un vagón en St. Jude.
 

Ella me dice, 'Me aman y me cuidan'. Y le dije, 'Sí, lo hacen bien'".

– Janine, mamá de Marina, refiriéndose a su equipo de cuidado de St. Jude

 
 
 

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