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Aubrey toma el escenario

El sueño de una bailarina

Con la ayuda de St. Jude, Audrey, una joven bailarina,  regresa al escenario y a su amado mundo de la danza.

 

Cuando Aubrey tenía 3 años, sus padres la inscribieron en sus primeras clases de baile. Aubrey se enamoró rápidamente. Ella practicaba 10 horas a la semana y bailaba en competencias, siempre ansiosa por aprender nuevos tipos de baile. Le encantaba todo: teatro musical, ballet y tap.

Pero en junio de 2017, Aubrey comenzó a tener dificultades durante sus prácticas. 

 No estaba aprendiendo sus rutinas de baile tan rápido y estaba teniendo problemas para recordar sus pasos.

Melinda, mamá de Aubrey

Aubrey comenzó a vomitar casi a diario y sus ojos comenzaron a girarse. Ella entraba y salía de los consultorios médicos, pero nadie podía determinar qué tenía. 

"Finalmente, su pediatra vio sus ojos cruzados", dijo Melinda. "Él programó una resonancia magnética para Aubrey ese mismo día". Los resultados de la prueba fueron devastadores: Aubrey tenía un raro tumor cerebral canceroso llamado meduloblastoma.  

Aprendiendo una nueva rutina en St. Jude

Las prácticas de baile, las competencias, los leotardos y los tutus que Aubrey amaba usar se desvanecieron en un instante y fueron reemplazados por una lista de cosas desconocidas: cirugía cerebral, quimioterapia y radioterapia.

Pero también estaba St. Jude Children’s Research Hospital, en donde un equipo completo de personas: médicos, enfermeras, especialistas en vida infantil y fisioterapeutas se unieron para salvar la vida de Aubrey.

Pronto, sus días en St. Jude se convirtieron en una rutina en la que aprendió todos los pasos. Tenía citas con sus médicos, asistió a la escuela, se reunió con fisioterapeutas. Cuando sus fisioterapeutas dijeron que estaba lista para detener sus sesiones, Aubrey le rogó que la dejaran continuar, para que pudiera concentrarse en recuperar el equilibrio y su resistencia, y así siguieron trabajando con ella.

Audrey y su mamá Melinda

Audrey y su mamá Melinda

Lo único que ya no era rutina eran las clases de baile de Aubrey, las cuales se habían detenido. 

El especialista del Programa de Vida Infantil de Aubrey se enteró de una oportunidad que ayudaría a proporcionar lo que Aubrey se estaba perdiendo en casa. Un fotógrafo de St. Jude buscaba a un paciente que bailara y que estaría interesada en tomarse fotos en el escenario del histórico del Teatro Orpheum ubicado en Memphis. El nombre de Audrey fue el primero en venirle a mente.  

Un nuevo escenario

En una tarde de invierno, Aubrey se paró frente al espejo de un vestidor en el Orpheum, preparándose para subir al escenario una vez más. Ella aplicó cuidadosamente el rímel y el rubor. Desde que perdió su cabello como efecto secundario de la quimioterapia, Aubrey había sido sensible a ser fotografiada sin un sombrero o una bufanda, pero sorprendió a su madre esa tarde cuando apartó el pañuelo.

En cambio, tomó la mano de Melinda y, lentamente, caminó con cuidado por el área detrás del escenario. Al llegar a las escaleras que conducen al escenario, Aubrey agarró la barandilla y dio sus primeros pasos de vuelta al escenario.

La lente de la cámara se abrió para capturar un momento a la vez etéreo y simbólico.

Aubrey bailando en el Orfeo

Aubrey en el Teatro Orpheum en Memphis, Tennessee

Aubrey es valiente y hermosa. Al verla en el escenario tenía ganas de volver a casa, sentía que la vida volvía a la normalidad.

Melinda, madre de Aubrey

Aubrey recientemente terminó el tratamiento y ahora visita St. Jude para chequeos regulares. Está emocionada de volver a la escuela y ver a sus amigos, pero aún está más emocionada de comenzar a bailar nuevamente.

 

 
 
 

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